domingo, 10 de julio de 2011

ANDADA FUENTE RIVED MONTE MISERAN PACO D'ORO



Hoy la andada ha comenzado en Castifernando, que es la zona desde donde se trae el agua de boca al pueblo. Suele ser zona húmeda pero estaba bastante seco. Hemos caminado por pista durante un rato hasta acceder a la FUENTE DE RIVED. También el entorno estaba más seco de lo que esperábamos, pero el agua que salía por el chorro de la fuente era abundante y fresca, una delicia aunque todavía no nos había dado tiempo a tener sed.

La fuente forma un pequeño estanque, un paraíso para libélulas y mantos de rana. Seguro que también para las ranas, pero no las hemos visto ni oído. Nosotros y los árboles de alrededor nos hemos visto reflejados en el agua del estanque como en un espejo.
Continuando nuestro camino, hemos llegado al monte Miserán, lo hemos rebasado, y después de una pequeña subida hemos alcanzado la zona de la fuente del Paco d'Oro.


Gratificante la frescura que hemos encontrado aquí. Hemos bebido agua fresca y hemos descansado, ahora sí lo necesitábamos. Acebos. Después madroños, y el "CEMENTERIO INDIO". Martina se ha sonreído al conocer la razón del nombre del paraje, y Manolo ha bailado la danza india.







La maravilla de cruzar un esplendoroso campo de alfalfa en flor.













El esfuerzo de cruzar un rastrojo a una hora en la que el sol ya estaba bastante alto, y con fuerza de julio hacía desprenderse del suelo un calor sofocante que hacía fatigosa la marcha.

Durante 3 horas, hemos disfrutado variedad de colores, luces y paisajes, aquí, a quince minutos en coche, de Uncastillo.




La zona que hemos recorrido hoy es la que se quemó hace veinte años. Nada recordaba esa tragedia, tan solo la memoria de los que estuvieron entonces colaborando con los medios públicos para apagar el fuego. Pedro, Ignacio y Eva han contado cómo ayudaron, y todos coincidían cómo en un momento se llegó a pensar en evacuar el pueblo. De hecho, personas mayores de la residencia con afecciones respiratorias fueron trasladados de forma preventiva, pues sobre calles y tejados llegaban abundantes briznas de ceniza que traía el viento.

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